miércoles, 24 de agosto de 2011

LA DOCTRINA DEL HUMANISMO

No me fue dado encontrar una ideología política o un credo religioso con los cuales profesar. Mi sostenida incredulidad en la validez de los dogmas me ha privado a lo largo de toda mi vida tanto de barricadas como de cielos protectores. La comunidad rechaza a los que no forman parte de ninguno de sus rebaños y entonces uno debe acostumbrarse a deambular solo, aislado, en medio de multitudes de proletarios fervientes, que celebran juntos los mismos mitines partidarios o las mismas misas, o las dos cosas a la vez.
En definitiva, el descreimiento termina siendo una forma de ejercer sin ataduras el absoluto derecho a la libertad.
No confío en los hombres de teatro cuyas convicciones políticas o religiosas les impidan abordar textos dramáticos provenientes de autores enfrentados con sus propios idearios.
No necesité ser de izquierda para elegir montar obras de autores de izquierda ni ser de derecha para elegir montar obras de autores de derecha. Considero fundamentales para los públicos de todo el orbe obras tan opuestas en su contenido religioso como “El diablo y Dios”, de Sartre o “La Anunciación a María”, de Claudel.
En mi carrera de director teatral figuran títulos blasfemos para la fe cristiana (como “Magia roja”, de Ghelderode), y otros de profunda exaltación de esa misma fe, (como “El profanador”, de Thierry Maulnier). Títulos inspirados por ideas políticas definidas como “de izquierda”, (el caso de “Historia de Pablo”, de Pavese o “La Arialda”, de Testori), y otros cuyos autores podrían inscribirse fácilmente en el llamado “esteticismo de derecha”, (como “El viaje”, de Schehadé, “La duquesa de Padura”, de Oscar Wilde o “El corazón volante”, de Claude-André Puget).
Por haber defendido con todas mis posibilidades creativas y con todas mis fuerzas físicas los valores humanísticos de todos, ABSOLUTAMENTE TODOS los autores que abordé y las obras que llevé a escena, puedo hoy afirmar que, aun carente de credos y militancias, he querido hacer e HICE un teatro esencialmente ANTROPOMÓRFICO.

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