viernes, 17 de febrero de 2012

BRUNO WALTER: EL MÚSICO DE LA HUMANIDAD


Hoy, 17 de febrero de 2012, se cumplen 50 años del fallecimiento de Bruno Walter. Fue, según afirman los entendidos, uno de los más grandes directores de orquesta de esa época dorada que agrupa los nombres de Mengelberg, Kleiber, Furtwangler, Weingartner y Toscanini. Tuvo una larga vida colmada de sucesos memorables, como el encuentro y la profunda amistad con Gustav Mahler, de cuya obra fue incansable propagador, pero también abatida por la absurda muerte de su hija Gretel, asesinada por su propio esposo por celos del barítono Ezio Pinza y por la tenebrosa amenaza del nazismo, dada su condición de judío.
Cuando a los 19 años contraje la tuberculosis, que me significó dejar por un año la vida de teatro que había empezado a los 16, las visitadoras sociales de la oficina pública en la que terminé trabajando por espacio de 46 años, sabedoras de mi gusto por la música clásica, me trajeron de regalo un disco Long Play con la Séptima sinfonía de Beethoven, cuyo director era Bruno Walter, a quien yo no había oido nombrar hasta ese momento.
Bastó escuchar su interpretación del segundo movimiento (el llamado “Allegretto”), para que se produjese en mí ese proceso de transformación que significa haber encontrado a un Maestro, un Guía, una Espiritualidad Superior... (Estoy a punto de decir: un DIOS).
A partir de ese día Bruno Walter y yo nos hicimos inseparables. He llegado a contar con todo su enorme legado de grabaciones, comerciales y de las otras, y no ha pasado una tarde de estos 52 años transcurridos a partir de aquel “encuentro”, en que yo no dedique una hora o más a escuchar alguna de sus insignes interpretaciones.
Algunos tratadistas lo definen como “la conciencia moral de la música” y jamás leí una sola línea que desmintiera su fama de hombre sereno, de elevada espiritualidad, de principios éticos irreductibles, dotado musicalmente a la altura de GENIO pero desentendido de las vulgares actitudes grandilocuentes de los que creen serlo.
Todas mis realizaciones en el campo de la dirección escénica han tratado de reflejar en alguna medida ese especial sentido plástico, a la vez hondo pero distendido, del fraseo de Bruno Walter. Fue para mí, sin saberlo y a la distancia, un Maestro ejemplar y además UN AMIGO, UN CONSEJERO, UN PRECEPTOR, al que traté de emular (seguramente sin conseguirlo) a lo largo de toda mi ya larga vida.
GRACIAS, BRUNO WALTER, POR TRAZARME EL CAMINO... GUSTAV MAHLER, DE PERFIL, A LA IZQUIERDA Y BRUNO WALTER, DE ESPALDAS, EN UNA CALLE DE BERLÍN EN 1910