sábado, 27 de agosto de 2011

"JUAN DE LA LUNA": LA BALADA DEL INOCENTE

Marcel Achard (1899 – 1974) había conseguido enorme popularidad en París en la década de 1920, gracias a su eficiente ejercicio del teatro llamado “de boulevard”. Logró combinar en sus obras elementos poéticos, humorísticos y fantásticos, con un estilo ligero que recordaba bastante a la comedia del arte.
Un tanto para limpiar mi conciencia de las truculentas aberraciones cometidas en el montaje de “Magia roja”, de Ghelderode, decidí llevar a escena a continuación (en la temporada de 1968), la comedia que había consagrado definitivamente a Marcel Achard: “Juan de la luna” (escrita en 1929), una dulce y tierna historia que trata sobre el poder del amor.
El protagonista es un hombre que cree en la mujer que idolatra, aun a sabiendas que se trata de una golfa irredimible. “Creo en tí, Marcelina...creo en ti”, es su única respuesta a todas las desfachateces de esa mujer que -a su manera- también lo ama, pero que es incapaz de resistirse a la tentación de alternar con otros hombres.
Siempre en pos de agotar todas las posibilidades de experimentación en el terreno de lo que un realizador puede llegar a hacer dentro del espacio escénico, decidí llevar adelante un montaje en el estilo de los grabados de Andy Warhol, con algo de arte “pop” (de moda en esa época), logrando finalmente un divertimento que cosechó elogios a granel, que daba mucho para pensar (la agridulce escena de los reproches bajo un paraguas) y al que, para rematar lo inverosímil de las situaciones, sólo le faltó el curioso aditamento de la música de fondo, extraída de los “Bosquejos caucásicos”, de Ipolitov-Ivanov.
Dijo una de las críticas: “En “Juan de la luna” vuelven a manifestarse los rasgos estilísticos que caracterizan a Ariel Quiroga, en este caso muy bien empleados, porque se adecuan de la mejor manera al espíritu de la obra de Marcel Achard, henchida de fantasía, de seductora candidez y de un ingenuo encanto, infrecuente en el teatro de nuestros días.”.
Ojalá las fotos que insertaré a continuación logren trasuntar algo de lo que fue aquel espectáculo alegre, tristón, distendido y espontáneo, como una travesura de chicos en un desván.

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