domingo, 27 de enero de 2013

OTRA CRÍTICA DE “LA ARIALDA”, QUE REVELA LA IMPORTANCIA QUE TUVO ESTE ESPECTÁCULO EN EL PANORAMA DEL TEATRO DE BUENOS AIRES, DE FINES DE LA DÉCADA DEL SESENTA DEL SIGLO XX

Ya he comentado en este Blog que la mayoría de las críticas sobre mis espectáculos, publicadas en diarios y revistas, fueron a parar a la basura con el correr del tiempo, no sólo porque el papel se termina humedeciendo y poniendo de color amarillo, sino porque la escacés de espacio en esos medios impedía que los cronistas pudieran ahondar en conceptos analíticos de rigor, tanto para elogiar (en algunos casos exageradamente) como para desparramar diatribas que antes que irritarme, llegaron a causarme mucha risa, como aquel comentario de Víctor Max Wullich en un semanario de actualidad, que tratando de molestarme, tituló mi puesta de “La loba”, de Giovanni Verga: “MONOMANÍA MELODRAMÁTICA”.
¡Cuánto placer me causó ser tratado del mismo modo que los obtusos críticos italianos trataban a Luchino Visconti...! ¡Y para colmo por una obra de uno de los autores favoritos del gran Luchino, cuyos relatos sobre “Los Malavoglia” le inspiraron unos de sus filmes más notables, piedra fundamental del movimiento neorrealista, como fue “La terra trema”, de 1948...!
Justo detrás de este capítulo está el del 26 de noviembre de 2012, en el que logré insertar la antiquísima grabación de un programa de Radio Excelsior, en el que el otrora temible Arturo Romay comenta su impresión sobre “La Arialda”, de Giovanni Testori, que se conoció en Buenos Aires (tercera capital del mundo en darla a conocer, luego de su estreno en Milán, a cargo de Luchino Visconti), en una puesta en escena que pudo haberme “consagrado” (si yo no hubiese sido tan reacio a las “consagraciones”), como el director teatral (¡Ufff!, cuesta decirlo...), más importante de la Argentina.
En la radio los críticos tenían más tiempo y espacio para analizar a fondo lo que habían visto en los escenarios. Así como definí al comentario de Arturo Romay como “UN PROFUNDO TRATADO SOBRE LA ESENCIA DEL TEATRO ITALIANO”, la crítica (también para “La Arialda”), que rebuscando entre viejos cassetes de audio encontré no hace mucho, a cargo de Juan Arias Ballofet, por LRA-Radio Nacional, revela la particular incidencia de esta obra y su montaje escénico en el contexto de una época del teatro, influenciada por el llamado “teatro del absurdo” y por ciertas urticantes experiencias en el Instituto Di Tella, en la que el texto había pasado prácticamente a segundo (o ultísimo) plano y en la que preponderaba el griterío, la acción desenfrenadamente agresiva y el pandemonium.
Como en el anterior comentario de Romay, el sonido de la audición a cargo de Arias Ballofet es turbio, por momentos inaudible... pero merece ser rescatado del “eterno silencio” en el que se hallaba sumergido (y a punto de desaparecer defintivamente), desde hacen exactamente ¡CUARENTA Y CINCO AÑOS...!.
La foto que acompaña al audio es de mi puesta de “La Arialda”, de Testori, de 1968. En ella estamos (de izq. a der.), Dora Ferreiro (impresionante Arialda); yo, Ariel Quiroga (haciendo el reemplazo de un actor enfermo: Oscar Ciccone) y Carlos Luzietti (también productor del espectáculo).
 



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